Hoy todo el mundo busca estar en movimiento, pero hay movimientos que no son por salud, bienestar físico, por el quehacer diario o por recreación… al que me referiré aquí es el movimiento que obliga a dejar lo que se quiere, aquello por lo que se existe, se siente y se vive, estos movimientos, muchas veces forzado, se les llama: migración, porque toda clase de personas: hombres, mujeres, adultos mayores y niños, salen, van en movimiento, en busca de algo mejor, se trasladan de un lugar a otro, dejando lo que más quieren: su tierra, amigos y familia.

Las personas migrantes muchas veces por escapar de situaciones terribles, horribles, dolorosas, salen para huir de la pobreza y contar con medios de vida distintos, gozar de otras oportunidades y posibilidades, quieren algo mejor para sus hijos y familia. Por otro lado, quieren escapar de los conflictos y devastación que asolan a sus países.

La Mujer Migrante, es símbolo de valentía, riesgo, de luchas, son emprendedoras, van dejando huellas a su paso. , huellas imborrables para la historia. Ellas dejan huellas imborrables en la historia, pero para el mundo, son “refugiadas” son “migrantes”. Sin nombre, sin rostro: todas iguales. Pero cada una de ellas tiene una historia diferente que contar: su vida, a quién perdieron y cómo llegaron allí donde se encuentran. Se escaparon de duras realidades en sus países de origen y muchas veces de caminos difíciles, de pruebas y atropellos pero que en el corazón y en su mente está el poder seguir dando vida a lo que más quiere que son sus hijos. 

La mujer migrante se vuelve protagonista de su propia experiencia migratoria.  Vienen de países donde las puertas se le cierran y no tienen la oportunidad para realizarse y seguirse capacitando y mucho menos encontrar un trabajo digno que les ayude a seguir adelante, en los sueños y deseos profundos de darle estabilidad y lo necesario a sus hijos y familia.

Sus huellas imborrables, se confunden con los estigmas que les imponen: cuando se dice que son peligrosas-os, violentas-os, criminales etc. antes de ver a la persona, de reconocer una historia frecuentemente marcada por el dolor y la injusticia, se impone el rechazo y se les estigmatiza, se les margina, oprime, explota, se les invisibiliza. Los estigmas construidos sobre la población migrante son variados en su forma y sus alcances. En casos extremos se les considera pandilleros o delincuentes; de una manera más generalizada se les atribuyen características tales como la pereza, la suciedad, los malos modales, el desorden.

Los países, comunidades o lugares no quieren reconocerlos y las y los propios migrantes viven temerosos de ser descubiertos y sancionados. El ánimo de pasar inadvertidos, la movilidad continua, el hecho mismo de esconderse y la vulnerabilidad a veces extrema. El valor de la vida es cuestionado. ¡Qué horror!

Las mujeres que migran que salen, que se ponen en movimiento hacia otro destino de vida, representan casi la mitad de los 244 millones de migrantes y la mitad de los 19.6 millones de personas refugiadas del mundo. (Asamblea General de las Naciones Unidas, 2016).

Quiero expresar mi admiración, por la entrega y resistencia de estas mujeres migrantes que son ejemplo y testimonio de la mujer que va dejando huellas imborrables en la tierra que pisa, que toca, que abraza, que acoge. Resalto su espíritu resiliente para reponerse y ser esas mujeres, fuertes, guerreras, valientes que siguen luchando por sus objetivos y sueños de vida y no se quedan de brazos cruzados, sino que hacen camino al andar y se vuelven creativas frente a la dificultad y obstáculos. Sobre ellas recae la responsabilidad de ser cabeza de familia y sacar adelante a sus hijos e hijas, he tenido la experiencia de ver a madres haciendo este largo recorrido con hijos especiales, pero con la firme certeza de que van a lograr su meta y poder encontrar, en el país del norte, la cura para la enfermedad de su niño o niña…

María como madre, explicó el Papa Francisco, desempeña una función muy especial: se coloca entre su Hijo Jesús y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos. Y añadió que Ella intercede ante su Hijo por las “necesidades de los hombres y mujeres, especialmente los más débiles y necesitados”. (Ángelus del 1° de enero de 2021)

El Papa San Juan Pablo II dijo en su Carta a las mujeres en 1995, que dar gracias no basta, ya que por “desgracia somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud”. 

En este mes que celebramos el día de las madres, hagamos un alto para hacer un reconocimiento grande a tantas madres migrantes que dan ejemplo de entrega generosa, de servicio, de amor incondicional y que son capaces de seguir dando vida, de ir dejando huellas imborrables y visibles, en medio de esta cultura de muerte y de desamor. 

Gracias Señor por su intención sobre la vocación y la misión de cada mujer que creaste con tanta delicadeza en el mundo, que esta vocación, se convierta en fuente de compromiso liberador para con ellas, por lo que representan en la vida de la humanidad. Amén.

Testimonio de
Hna. Isabel Turcios, FMI

Casa del Migrante «Frontera Digna»