En el 2003 la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución que designaba el 19 de agosto como Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, Fray. Gabriel Romero Alamilla, nos presenta la realidad en el sureste de México y la labor humanitaria que realizan en La 72, Hogar- Refugio para personas migrantes.
Del Diario Vivir
Por favor ¡SOMOS MEXICANOS!, ¡Estamos en nuestro País!, ¿QUÉ ESTÁ PASANDO?
Fue el grito de impotencia, una denuncia pública a voz común dentro del Transporte “JAGUAR”, cuando tomé la Combi para viajar desde Tenosique hacia Villahermosa, Tabasco. Me encontré con 8 retenes de revisión conjunta entre los militares de la Guardia Nacional (GN) y los Agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), todo esto fue increíble, pues ocurrió en un solo tramo de aproximadamente 185 kilómetros.
Los viajantes repetíamos nuevamente: “SOMOS MEXICANOS, ES NUESTRO PAÍS”; mientras que el chofer detenía el vehículo. – De todas maneras, enseñen su credencial de elector (INE) o alguna identificación oficial, fue la respuesta de los agentes al subir a la unidad.
Ocho retenes en esta ruta, hicieron retrasar el viaje e interrumpían nuestro avance hacia el punto final “La Gran Capital”. Menciono los tramos porque me parece una gran intimidación a nuestros derechos de ciudadanos para recorrer en libre tránsito la Nación.
- Al salir de Tenosique, frente a las Oficinas del INM
- Al entrar a la siguiente Municipalidad Emiliano Zapata
- En el crucero de Playas de Catazajá
- La revisión obligatoria en el Puerto Migratorio de Palenque
- En el tramo de Bajadas Grandes, Chiapas
- En la Caseta del Poblado Tortugueros
- Al llegar al Municipio de Macuspana
- Finalmente, al ingresar a Villahermosa
Toda esta situación fue molesta, muy cansada, y si esto pasa con los ciudadanos mexicanos, imaginemos la dimensión del problema que se acrecienta para los migrantes, quienes son vigilados, rastreados, bajados de las unidades como delincuentes, trasladados a las estaciones de detención migratoria o inmediatamente deportados.
Atravesar las rutas de México se convierte en un Viacrucis, un Calvario, un verdadero Gólgota de muerte para cientos de paisanos inocentes.
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Nuestra Labor Franciscana
82 kilómetros separan esta línea divisoria entre México y Guatemala en la Frontera sur. Quienes trabajamos aquí, afirmamos que nuestro Albergue de La 72, Hogar- Refugio para personas migrantes es un lugar privilegiado, un lugar teológico en donde se comparte la vida y la dignidad, aunque se encuentra inmerso en un territorio sumamente hostil y violento, La 72 aparece en la ruta del caminante como un punto de referencia…. Después de varios días de camino surge nuestro refugio como un primer OASIS en medio de las colonias urbanizadas de la Ciudad de Tenosique, para dar atención a cientos de familias expulsadas de su propio país.
Llamados a la Misión, quienes compartimos la atención integral a los hermanos migrantes, ya sea como parte de la Iglesia o de la sociedad civil, siendo religiosos o voluntarios, realizamos una pastoral emergente, pastoral de movilidad humana, pastoral con una dimensión social del evangelio, nuestra labor tanto en la 72 Hogar- Refugio para personas migrantes, al igual que en otras casas de la misma naturaleza en el país nos llevan a vivir una vocación al servicio de los más necesitados.
Nos enfrentamos ante el reto de defender los derechos humanos desde una lógica del humanismo franciscano y también somos subversivos porque lo hacemos desde la óptica de la desobediencia civil pacífica, la cual conlleva implícito un profetismo inherente a nuestra vocación evangélica. Desde este contexto de violencia, de desigualdad y de extrema pobreza en la que viven nuestros pueblos centroamericanos, nos impulsa a exigir al Estado y a las Autoridades que cumplan con el deber de proporcionar una vida digna para todos. Nuestra demanda social es legítima.
No sólo basta abrir los brazos para recibirlos, y darles alimentación, proporcionarles un espacio en donde puedan descansar, limpiar las llagas y curar las ampollas de los pies, tomar una ducha o mudarse con ropa limpia. Nuestra pretensión es más exigente con tantos heridos del sistema económico y social actual que los expulsa de sus propias naciones y los convierte en carne de cañón en esta inusual guerra de los cárteles del narcotráfico: reflejados en la violencia, los robos, secuestros, extorsiones, hostigamientos, desapariciones y la trata de personas, un migrante se ha convertido en una moneda de cambio en este injusto sistema neoliberal.
La 72, a lo largo de sus 11 años de experiencia al servicio de los migrantes es un proyecto de la Provincia Franciscana del Sureste de México, ha desarrollado su labor desde una perspectiva integral: humana, social, médica, psicológica y legal. Con el apoyo profesional se han ido logrando estándares de asistencia humanitaria que proporcionan fortalezas a nuestros hermanos migrantes brindando herramientas que les permitan ser autónomos y defensores de su propia causa, para continuar su camino hacia un mejor porvenir.
Cuando partí de La 72 a finales de julio, igual me tocaron muchos retenes. Lo que más me sorprendió fue que me pidieran mis documentos migratorios ¡ya dentro de la terminal del aeropuerto en Villahermosa!
Me parece esencial ser la voz de los sin voz. Es la primera vez que escucho, leo y veo a la Red Franciscana para Migrantes. Considero que efectivamente sus propósitos y acciones van en la línea profética de levantar la voz para denunciar una realidad que se vive con nuestros hermanos migrantes.
Es justo el reclamo a las autoridades, es una muestra de amor, entrega y servicio a la manera de Francisco con los más desposeídos y abandonados. Sin embargo, me pregunto ¿de qué forma los que vivimos en el centro del país podríamos ser una extensión de ustedes?. Existe una indiferencia de muchos mexicanos hacia la realidad migrante. Vivimos en una burbuja que se disfraza de preocupación por el otro, y muchas veces nos comportamos con una doble moral. Falta la coherencia del vivir, actuar y pensar.
Pero lamentablemente la indiferencia no es solo con el migrante, sino con las trabajadoras sexuales, los niños en situación de calle, los grupos vulnerables, los hermanos de grupos indígenas, etc. Sería una larga lista. Yo me pregunto: ¿por qué muchos no les conocen a ustedes? ¿Qué hace falta para dar a conocer su actividad, de tal manera que sea contagiosa la necesidad de hacer algo por los otros? ¿Qué falta para sentir, pensar y creer que algo puede hacerse de manera concreta y no sólo con palabras?
Si en algo puedo ayudar me gustaría saberlo. Ustedes desde las trincheras y yo en la mancha de la urbe podría fungir como salvoconducto para dar a conocer sus acciones e ir creando redes de conciencia social humanitaria para el beneficio de los hermanos. Una iglesia viva, sin prejuicios y con la valentía profética de denuncia y gritos de amor.