Los indígenas son «un rostro plural, de una variedad infinita y de una enorme riqueza biológica, cultural, espiritual»
(Papa Francisco)
En el mundo existen más de 5.000 pueblos indígenas[1] y la gran mayoría con frágiles garantías de sus derechos humanos, son de los grupos más vulnerables en la migración, con fuertes incitaciones de huir de sus territorios a causa de la extrema pobreza, la perdida de la tierra por crisis ecológica, climática y social y además de esto, siendo emigrantes se enfrentan a la constante lista de violaciones de sus derechos a causa de la xenofobia, el racismo y la discriminación.
El conflicto inmerso en su histórica resistencia los posiciona a favor de estrategias de desarrollo y supervivencia como es la migración, originándose en sus territorios nacionales a través del desplazamiento interno forzado desde muchas décadas atrás, no obstante, debido a los diversos factores estructurales, recurren a la migración forzada y parten a los territorios internacionales, donde obtengan de mercados laborales más productivos una mejor calidad de vida lejos de las violencias, amenazas que les hacen perder sus territorios, sus medios de vida y su cultura, es decir, su “yo” de identidad social como indígenas.
Frente a esta dramática realidad se origina la comunicación intergrupal en los nuevos territorios de tránsito o destino, en la cual la forma en la que tiene lugar la interacción social de los pueblos indígenas se ve cada vez más reducida, al migrar pierden gran parte de su patrimonio cultural por sufrir doblemente de discriminación, xenofobia, explotación laboral, desaparición, extorción y abandono gubernamental, por ser pueblos originarios con una marcada diferencia de visión sobre su relación con el mundo, a pesar de sus esfuerzos por conservar sus raíces, los nuevos territorios les obligan a adaptarse renunciando a su riqueza ancestral.
Los procesos mentales de percibir, sentir, recordar, pensar, evaluar, etc., de forma manifiesta a sus costumbres y tradiciones están comprometidos y para no destacar este choque cultural y sus conflictos psicológicos los indígenas tratan de pasar encubiertos generando una lucha interna que provoca una probable influencia social que termina por diluir su empoderamiento o fortalecer su identidad social dependiendo si las condiciones del contexto son hostiles o no.
Y si bien los migrantes indígenas implican un desafío adicional para las sociedades de destino y tránsito incorporarlos es un deber al reconocimiento de sociedades multiculturales no adjudicándose solo la mano de obra barata sino haciendo memoria de los beneficios de su enriquecimiento ancestral. Es fundamental mantener viva su historia y cultura, sobre todo respetándoles, debido a que es tan importante como promover, acoger e integrar y proteger.
Algunos desafíos que se encuentran en esta problemática:
- Es su país de procedencia quien debe garantizar los medios necesarios para proteger y preservar su riqueza cultural y lingüística.
- Las y los migrantes indígenas, se presentan mencionando únicamente su nacionalidad.
- Los órganos gubernamentales, casas/albergues migrantes cuando les asisten no tipifican su etnia de pertenencia cultural.
- La pobre flexibilización de la sociedad por adaptar e incluir a la participación e integración de los migrantes indígenas.
- El reconocimiento no solo debe comprenderse como un acto de justicia a los derechos humanos, sino que también como un fenómeno psicosocial y cultural fundamental en la vida de los seres humanos[2]
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[1] Día internacional de los pueblos indígenas. (2016, julio 28). Org.gt. https://onu.org.gt/fechas-onu/dias-internacionales/agosto/dia-internacional-de-los-pueblos-indigenas-2/
[2] García, L. (2016). Migraciones, Estado y una política del derecho humano a migrar: ¿hacia una nueva era en América Latina? Colombia internacional , 88 (88), 107-133.