Con motivo de la conmemoración de los 800 años de la aparición de los estigmas de San Francisco, invitamos a mirar más allá de la historia. Las llagas de Francisco nos hablan de un dolor compartido, de una humanidad herida. Hoy, vemos esas mismas heridas reflejadas en los rostros de millones de personas en movilidad que buscan la resurrección de un nuevo amanecer para su vida.
En este día especial, ofrecemos el subsidio popular: Heridas que sanan: Los Estigmas de Francisco y la esperanza en Movimiento un documento recurso para que oremos juntos para aliviar las heridas de nuestra sociedad y fomentar la esperanza colectiva de acciones mas humanas. Las causas de la migración, los prejuicios y la discriminación dejan marcas profundas. ¿Cómo podemos, como seguidores de Francisco y Clara, responder a este llamado a la compasión y la justicia?
Los estigmas, las sagradas heridas que San Francisco recibió en su cuerpo, son un símbolo profundo del amor y del sufrimiento humano. Al conmemorar esta fecha, recordamos que las heridas, tanto físicas como espirituales, pueden ser sanadas a través de la fe, la esperanza y el amor al prójimo. La iniciativa de este documento es facilitada por Fr. Juan Rendón OFM Provincia de San Pablo Apóstol de Colombia y Fray René Flores Provincia Nuestra Señora de Guadalupe, Centroamérica.
Francisco de Asís, va herido en su corazón, porque se unió a los leprosos que han sido heridos y llagados en su cuerpo y corazón por la sociedad que los descartaba. El encuentro y abrazo con el leproso, vuelven a Francisco más humano, lo hacen experimentar que todos somos hijos de Dios. El desprecio y exclusión del leproso, tocan el corazón de Francisco, eso lo hace un herido que comparte la herida social de los leprosos.
Retomemos la reflexión de Javier Pikaza, “la cruz se vuelve así señal suprema de la bendición del Dios que en Jesucristo asume como propio el dolor y pequeñez de los crucificados, de los sufren y mueren como víctima del odio y violencia de otros, en la historia.” Nuestra palabra hecha carne e historia tiene que ser hoy esperanza, que renueva el amor comprometido con los crucificados. Sigamos caminando en esta hora, levantando con esperanza la bandera de la misericordia, la justicia y la solidaridad. En actitud orante, dejémonos abarcar por el amor de Dios, que libera y da vida.
Gracias por compartir. Es un compromiso como cristiano ver las marcas de dolor en el otro y mostrar misericordia desde donde me encuentre . Señor que no sea indiferente al dolor de mi hno.
Gracias a ti por estar pendiente de nuestras recursos, y como dice Hebreos 13:16: ‘Y no olvidemos hacer el bien y de compartir lo que tenemos, porque tales sacrificios agradan a Dios’. Que podamos seguir siendo canales para el encuentro con su gracia.