Durante esta semana especial de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2022, que tiene como lema “Construir el futuro con los migrantes y refugiados”, traemos para ti algunas historias de migrantes.

Historias que trazan la vida y la esperanza. Hoy podemos conocer algunas de ellas gracias a la solidaridad de muchas personas que brindan en el camino un respiro frente al ahogamiento de la incertidumbre y la violencia. 

Sindy – Venezuela

Les relato un poco de mi travesía al salir de mi país natal, Venezuela. Nuestra historia inicia un 29 de octubre de 2019, cuando tuve que salir huyendo de mi país hacia Colombia con mi familia (esposo e hijos) debido a una persecución política, creyendo que podría realizar una nueva vida o, por lo menos, vivir un poco más tranquila, y así fue durante seis meses; sin embargo, comenzaron en las escuelas de este país amenazas contra mis hijos. Así estuvimos por casi dos años, decidimos iniciar otra travesía todos juntos hacia el país mexicano. Como no contábamos con pasaportes no nos quedó de otra que adentrarnos a una de las selvas más peligrosas del mundo: el Tapón del Darién, donde es muy difícil ingresar, pero contratamos un guía para no perdernos en el camino y poder salir a Panamá. El guía sólo nos pidió que lleváramos dos mudas de ropa, comida, agua y una carpa para estar de siete a diez días en la selva, aunque no fue así… 

Al segundo día sufrimos un atraco por delincuentes panameños, nos dejaron sin nada, sólo con poca comida y agua; esos mismos delincuentes nos tiraron por un barranco, el cual nos llevó a caer en una playa desierta, allí nos encontramos caminando solos y desesperados. Dios nos guió a un sitio donde encontramos un río y muchas matas de coco y plátanos; más adelante, conseguimos un machete, sal y encendedor (creo que Dios lo puso justo ahí para nosotros).


En esa playa estuvimos doce días, hasta que decidimos subir unos arrecifes bien empinados. Con ayuda de Dios logramos subirlo y encontrar un pueblo donde la gente nos brindó ayuda con comida y medicamentos. Ahí conseguimos la ayuda de la Defensoría del Pueblo, SENADIS (Servicio Nacional de la Discapacidad) y Consejo Noruego. Logramos esta ayuda porque tenemos un hijo autista y con una discapacidad en una pierna y un brazo. Nos sacaron en avioneta de esa selva 21 días después de haber entrado, llegamos a una base militar de Panamá, luego nos brindaron la oportunidad de llevarnos hasta la frontera con Costa Rica. De ahí fuimos pasando de país en país: Nicaragua, Honduras, Guatemala hasta llegar a México. Llegamos el 17 de septiembre de 2021, dos meses después de haber entrado a esa selva.

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Periódico Popular Migrante: Voy caminando