El pasado 23 de agosto conmemoramos el día internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y su Abolición, fecha que tiene como objetivo mantener en la memoria de todas las personas el movimiento de sublevación llevado a cabo por hombres y mujeres sometidos a la esclavitud un 23 de agosto de 1791 (CNDH, 2018), quienes buscaban el reconocimiento de su derecho a la libertad en el sentido más amplio de la palabra, así como su dignidad.
Han pasado 231 años desde el movimiento de lucha en Haití por buscar el reconocimiento al derecho a la libertad y a la dignidad tanto de la persona como del trabajo, sin embargo, las nuevas formas de esclavitud siguen incrementando año con año, violentando la dignidad de las personas y pisoteando la dignidad del trabajo. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima que hasta 2016 había 40,3 millones de personas sometidas a la esclavitud, dentro de los cuales, 1 de cada 4 víctimas son niños, niñas y adolescentes (OIT, 2017).
Con las cifras señaladas, cabría reflexionar en las diferentes formas de esclavitud moderna y de qué manera la sociedad las ha ido normalizando y los gobiernos regularizando a través de leyes, que garantizan a las empresas nacionales y transnacionales la violencia “legitimada” hacia los trabajadores como respuesta a un sistema económico que fuerza, invisibiliza y silencia a las víctimas para que continúen trabajando en condiciones infrahumanas o sin garantía de la seguridad laboral tales como el derecho de asociación, de un salario digno o derechos sociales como relacionados con la salud, entre otros.
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Aunado a ello, los gobiernos de los diferentes países promueven leyes y/o políticas que revictimizan y tratan como delincuentes a las personas que han sido víctimas de las diferentes modalidades de esclavitud moderna, olvidando que son ellas las que deben de estar en el centro de apoyo y prevención como personas vulnerables.
Link externo: Considerando que la libertad es un derecho innato de todo ser humano, se realizó la Convención sobre la Esclavitud, para más información te recomendamos este video:
Ante esta problemática, no debemos de olvidar a la población en contexto de movilidad, quienes son mayormente susceptibles a ser víctimas del trabajo forzado, al ser explotados por un salario que solo les puede alcanzar para continuar su viaje o a medio vivir en el país de destino. Además, son obligados a tener que callarse para no ser deportados o criminalizados por su condición de ser “migrantes irregulares”.
Así mismo, las mujeres, infancia, adolescencia y comunidad LGBTIQ+ son mayormente susceptibles a ser víctimas de la explotación sexual cuando son engañadas (os) por los tratantes, haciéndoles falsas promesas de cumplirles los sueños de tener una condición de vida mejor que la que tenían en sus países de origen.
No olvidemos también la mendicidad forzada o el trabajo infantil que padecen los niños, niñas y adolescentes migrantes, quienes se ven obligados a “charolear” en los cruceros para ayudar a sus progenitores o acompañantes a sacar la cuota para seguir en la ruta, privados del derecho que gozan estos a tener una educación, así como realizar todas aquellas actividades recreativas que los ayuden en su sano desarrollo integral.
Ante este contexto, solo queda reflexionar como personas de buena voluntad, ¿qué acciones u omisiones estamos realizando para fomentar las diferentes formas de esclavitud moderna?
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«Hablemos de la trata de personas»
Elida Beatriz Calixto Toxqui
RFM-México
Laica Franciscana, Doctoranda de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, México. Coordinadora de Hogar Franciscano, Cholula, Puebla, certificada por el International Service for Human Rights y Zolberg Institute on Migration and Mobility at The New School USA. Ha coordinado cursos de migración y trata de personas en la Conferencia Franciscana de México. Miembro del Comité de Incidencia de la Red Franciscana para Migrantes.