El Día Mundial del Refugiado es un día internacional designado por las Naciones Unidas para honrar a las personas refugiadas y desplazadas de todo el mundo, se conmemora los 20 de junio de cada año.
Esta es una fecha para unirnos en sensibilidad y solidaridad como miembros de esta misma CASA. En este escrito presentamos algunos datos de esta situación dramática, su exigencia desde el Derecho y la práctica cristiana.
¿Quién es un refugiado, cuál es su realidad en su flujo migratorio?
“Los refugiados son personas que huyen del conflicto y la persecución. Su condición y su protección están definidas por el derecho internacional, y no deben ser expulsadas o devueltas a situaciones en las que sus vidas y sus libertades corran riesgo” (ONU 2021).
Como ya se definió, todo lo que cause que un humano deje su hogar, territorio y patrimonio, se vuelve refugiado, por tanto, “extranjero” en estas tierras. En el 2018 al menos 70.8 millones de personas tuvieron que abandonar su hogar a causa de los conflictos, de estos, al menos 15 millones son menores de edad.
A fines de 2019, había 79,5 millones de personas víctimas del desplazamiento forzado en el mundo, de 76 países. Los mayores países receptores de refugiados a fines de 2019 fueron: Turquía con 3,6 millones de personas, Colombia 1,8 millones; Pakistán 1,4 millones; Uganda 1,4 millones; Alemania 1,1 millones. “Se estima que hay 10 millones de personas apátridas a quienes se les ha negado una nacionalidad y acceso a derechos básicos como educación, salud, empleo y libertad de movimiento.”[1]
La ACNUR hablando en cifras, “un número creciente de personas en Centroamérica están siendo forzadas a abandonar sus hogares. En todo el mundo, la cifra se acerca a las 597.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo de El Salvador, Guatemala y Honduras. La inestabilidad política que impera en Nicaragua desde abril de 2018 ha orillado a alrededor de 200.000 personas; más de 130.000 solicitudes de asilo en México (cifras gubernamentales, 2021)”[2]
Puedes encontrar más información en el articulo publicado por Vatican News «20 de junio: Día Mundial del Refugiado»
En Panamá, según la información del “Consejo Noruego para Refugiados”, se sabe que hay 2,300 personas con estatus de refugiadas y alrededor de unos 15,000 en necesidad de protección internacional. Estos migrantes en el proceso jurídico para obtener refugio se encuentran con muchas complicaciones burocráticas por parte del estado panameño. Esto hace urgente mejorar y facilitar el procedimiento, las políticas gubernamentales y presupuesto que permita apoyar de una mejor manera este drama humano.
En los territorios de América Latina, las situaciones que causan “refugiados” sigue siendo: la violencia hacia la población, por parte del crimen organizado y grupos armados (pandillas y narcotráficos), el despojo territorial por parte de los proyectos extractivistas, unido a la persecución, criminalización y asesinato de defensoras/es de DDHH en las comunidades.
¿Según los acuerdos internacionales, qué significa buscar la protección?
Derecho a solicitar asilo: solicitar asilo es un derecho humano. Cualquier persona que esté huyendo de persecuciones, conflictos o violaciones a los derechos humanos tiene derecho a solicitar protección en otro país.
Acceso seguro: las fronteras deben permanecer abiertas a todas las personas que se han visto forzadas a huir. Restringir el acceso o cerrar fronteras puede hacer aún más peligrosa la travesía de quienes buscan protección.
No devolución: ninguna persona debe ser obligada a regresar al país en el que su vida o su libertad corren peligro.
No a la discriminación: las personas no deben ser discriminadas en las fronteras. Todas las solicitudes de estatus de refugiado deben recibir una consideración justa.
Trato humano: las personas que han sido forzadas a huir merecen un trato digno y respetuoso. Tienen derecho a ser tratadas con dignidad, como cualquier otro ser humano. Esto se traduce en mantener a las familias juntas, proteger a las personas de la trata de seres humanos y evitar que haya detenciones arbitrarias.”[3]
La protección del que busca refugió en la espiritualidad cristiana
En la espiritualidad del Pueblo de Israel, las personas que consideraban necesitadas y abandonadas, las consideraban protegidas de “El Dios liberador”, estos grupos eran: los huérfanos, las viudas y los extranjeros (migrante) (Dt 10, 17-19; 26,6-9; Lev 19,33-34; 25,33).
Cuidar y defender estas personas, es considerado parte de los principios éticos y de DDHH del pueblo de Israel; el cumplir estos principios ayudaba a la convivencia pacífica y a la “amistad social” entre los pueblos. Además, estas orientaciones eran sagradas, es decir, constituían parte de los “mandamientos” de la ley de Dios para el pueblo, porque, es Dios mismo el que “ama al migrante, quien da pan y alimento. Amen al migrante porque migrante fueron ustedes en el país de Egipto.» Dt 10,18-19.
Jesús, el fundamento de nuestra fe cristiana, nos plantea el trato que debemos tener con el más indefenso o caído por el camino, que necesita de la solidaridad y de la misericordia (Lc 10). Por otro, lado nuestra espiritualidad cristiana, tiene como contenido de fe, la solidaridad, defensa y cuidado del migrante, porque, lo que hagamos al “forastero, migrante o refugiado” se lo hacemos o dejamos de hacer al mismo Señor Jesús (Mt 25,43).
La práctica cristiana, surge de la sensibilidad, de un corazón compasivo, misericordioso y sediento de justicia como el de Jesús (Mt 5,1-12). Toda la práctica de Jesús muestra que sus palabras y gestos buscaron poner al centro de la fe la vida humana, el cuidado y defensa del más necesitado que muchas veces es ignorado o marginado en la misma comunidad de fe (Mc 3,1-6).
Fr. René Flores, OFM. Salvadoreño, Fraile Franciscano, opción laical. Miembro de la provincia franciscana, “Nuestra Señora de Guadalupe”, de América Central, y fundación en Haití. Animador y responsable de JPIC-OFM en Panamá, Miembro de la RFM en Panamá, Experiencia en gestión y administración de centros educativos (19 años), animador y facilitador de equipos JPIC (16 años), Coordinador y facilitador de procesos formativos con agentes de pastoral (35 años).
Licenciado en teología. UCA. El Salvador.
Diplomado en administración educativa. URL. Guatemala
Maestría en investigación educativa. UCA. El Salvador
Diplomado en incidencia política en DDHH. UCA. El Salvador.
Estudios en la Escuela Superior de Franciscanismo, ESEF. Madrid. España.
Actualmente reside en La Pintada, Panamá.