El 27 de octubre de 1986 es una fecha que ha quedado grabada en la historia en el difícil y esperanzador camino hacia la paz mundial; un encuentro convocado por Juan Pablo II, donde invitó a jefes y representantes de las Iglesias cristianas y de las Religiones a orar por la paz del mundo.
El Papa Juan Pablo II dijo en aquella fecha, “Elegí esta ciudad de Asís como lugar para nuestra Jornada de oración por la paz, debido a lo que representa el Santo que aquí se venera, San Francisco, conocido y respetado por infinidad de personas en todo el mundo como un símbolo de paz, de conciliación y de fraternidad”.
Este encuentro es un gesto que muestra el sentido cristiano de ser constructores de la paz, una acción que comienza con la sensibilidad y consciencia humana, pasando a concretarse desde una ética que defiende los derechos humanos y de los pueblos. Esta bienaventuranza de Jesús de “trabajar por la paz”, estará acompañada por el “hambre y sed de justicia” y como consecuencia traerá la persecución (Mt 5,1-12), por los grupos de poder político y militar. Dice la estrofa de una canción, “no basta rezar…” La oración y acción cristiana tiene una dimensión de contemplación y transformación de la realidad.
El Papa Francisco en el 2016, 30 años después del primer encuentro, hace nuevamente ese gesto de unidad orando por la paz mundial. La oración por la paz en toda esta casa común es un compromiso espiritual de la iglesia servidora del reino de Dios. Estos gestos permiten comprender porqué el Papa Francisco en la jornada mundial por la paz del 2018, propuso el tema de su mensaje: Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz. El Papa se ha destacado por esa sensibilidad por las causas de los excluidos y empobrecidos.
Asís, La Porciúncula, encuentro de oración por la paz.
El Papa une el grito de los “migrantes y refugiados” con la construcción de la paz en el mundo de hoy:
En el mensaje de la paz citado (2018), visibiliza que miles de migrantes son forzados a salir huyendo de manera “desesperada” de sus tierras y hogares, porque son violados sus Derechos y pisoteada su dignidad, por eso afirma: “quien no puede disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz.”
El Papa denuncia esta realidad dramática diciendo que, “la mayoría emigra siguiendo un procedimiento regulado, mientras que otros se ven forzados a tomar otras vías, sobre todo a causa de la desesperación, cuando su patria no les ofrece seguridad y oportunidades, y toda vía legal parece imposible, bloqueada o demasiado lenta” El Papa tiene claro que el miedo en los pueblos y gobiernos es el que, “siembran violencia, discriminación racial y xenofobia”. Los cristianos movidos por la fe en Jesucristo, creemos que, “tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra”.
La propuesta del Papa Francisco: una posibilidad de encontrar la paz que buscan, se requiere una estrategia que conjugue cuatro acciones: acoger, proteger, promover e integrar.”
Finalizo haciendo memoria cuando el papa Juan Pablo II realizó en 1986, aquel gesto de comunión de oración planetaria por la paz todavía estaba el “muro de Berlín”, que caería en 1989. Hoy en día, seguimos orando y trabajando por la paz, cuidando y defendiendo a los grupos migrantes, esperando que caigan los “muros” que están en la frontera sur de los EEUU con México.
Acoger con refugios seguros y comunitarios donde se brinde hospitalidad y las personas migrantes encuentren LA PAZ de la seguridad personal.
Proteger para la defensa de la dignidad donde la persona migrante encuentre LA PAZ en el acompañamiento como lámpara que les guíe a sus sueños.
Promover para abrir caminos solidarios que ofrezcan LA PAZ en la incertidumbre y miedo durante el tránsito.
Integrar para fortalecer lazos de justicia, amor y unidad para discernir las estrategias de aquellos que luchan por LA PAZ de la persona migrante.