“La humanidad ha estado en movimiento desde los tiempos más antiguos. Algunas personas se desplazan en busca de nuevas oportunidades económicas y nuevos horizontes. Otras lo hacen para escapar de los conflictos armados, la pobreza, la inseguridad alimentaria, la persecución, el terrorismo o las violaciones y abusos de los derechos humanos. Hay otras personas que se desplazan por los efectos adversos del cambio climático o de desastres naturales (algunos de los cuales pueden estar vinculados al cambio climático) u otros factores ambientales. Muchos se trasladan, de hecho, debido a varios de esos motivos.”[1]
El pueblo de la biblia y el Dios migrante
Veamos cómo pueden iluminarnos las narrativas bíblicas. Estas nos muestran a un Dios que camina con su pueblo, que está involucrado en su historia y realidad. En las narraciones bíblicas encontramos un Dios que opta por un pueblo nómada, esclavo y con gran diversidad cultural (12 tribus), que está en constante desplazamiento. Este pueblo es eminentemente rural, es decir, que su relación con la naturaleza y su manera de subsistencia es mediada por el territorio con sus aguas que lo empapan (Sal 104). Desde la cosmovisión bíblica, Dios es el creador y dador de vida, por tanto, los territorios con toda su biodiversidad y ecosistemas generan vida a todas sus creaturas, incluyendo el ser humano (Gen 1; 2-3).
El pueblo bíblico es de raíces pluriculturales, campesinas y migrantes, es decir, un pueblo en movilidad e intercambio cultural (Gn. 15.13-14; Gn. 23.4; 28.4; Ex 3.13-15; 6.2-4); un pueblo que reconoce a Dios en su historia y caminar. En él hay figuras con liderazgos como Abraham, un arameo que migra con su familia (Dt. 26.5-10; Gn. 11.27-12.4). La memoria bíblica nos muestra que el pueblo se constituye de flujos migratorios, donde los diferentes grupos campesinos se van auto comprendiendo como responsables de la tierra y buscadores de nuevos lugares donde la vida abunde, sabiendo que la tierra siempre le pertenece a Dios (Lv. 25.23). El pueblo bíblico experimenta la explotación campesina y laboral, por el imperio egipcio, al mismo tiempo que reconoce y confirma la fe en el Dios liberador que lo salva y le abre nuevos horizontes (Ex. 3; 15; 22,21; 23,9).
En el imaginario y en la espiritualidad del pueblo bíblico está muy clara la predilección amorosa de Dios por los más frágiles e indefensos de ese pueblo: los huérfanos, las viudas y el extranjero-migrante (Lv. 19.18; 19.33-34; 25; Dt. 10.18). La experiencia de Dios y el pueblo se expresa como un Dios que ama al campesino que es migrante, incluso recordando a su pueblo, que su identidad tiene raíces en ser migrante (Dt. 14.21; 16.14; 26.12, 13; Lv. 19.9-10; 27.19). La espiritualidad del pueblo bíblico tiene como contexto el ambiente rural y la movilidad humana (Ex. 2,22; 18.1-3; Sal 39.12; 119.19; Jer. 35.7). Dios mismo ama al migrante, por eso lo libera y lo cuida dándole su alimento (Dt. 10,18-22).
En las narrativas bíblicas Dios actúa liberando a su pueblo y, al mismo tiempo, le promete una tierra donde manará “leche y miel”, una tierra habitada por otras culturas con las que se confrontará en lo diverso y original de esa misma cultura (Ex 3,17).
En cuanto a las posibilidades de ser forzados a migrar o de andar nómadas en los territorios donde se movía el pueblo de la biblia, son muchas las causales que pueden provocar a un campesino a migrar. Lo que sí estaba claro en la espiritualidad del pueblo bíblico es que creía en un Dios liberador y migrante (Dt. 24,15.17). El sistema basado en la justicia hace posible que los humanos y las criaturas tengan vida. Dios cuida y defiende al indefenso de los caminos (Mal. 3,5).
Techo, territorio y río que dan vida
Cuando el campesino se ve forzado a migrar o una persona que está en un territorio es obligada a dejar su patrimonio, cultura y territorio se genera un desarraigo profundo, una herida que marca toda su existencia, que deja afectado el tejido social y familiar, porque el campesino está unido a la tierra y al agua, a toda la biodiversidad que lo sostiene. En América Latina hay una memoria de desarraigo, despojo y destrucción territorial que viven las familias campesinas, provocadas por los embalses que generan las hidroeléctricas, los monocultivos y en estos últimos años, el extractivismo minero.[2]
Estos últimos años, el cambio climático ha propiciado desastres en los territorios, por causa de que el gobierno no está preparado en una buena gestión de riesgo y organización comunitaria que permita actuar ante los fenómenos naturales. Además, porque los gobiernos han priorizado las empresas extractivistas y se han confabulado con el narcotráfico.[3] Esta situación dramática afecta el tejido social. Este tipo desplazamiento del campo a la ciudad; hace que el campesino e indígena se ubiquen en un espacio geográfico que empobrece su calidad de vida, siendo forzados a vivir en las periferias de las ciudades.[4] Los flujos de migratorios en América Latina se están visibilizando con “las caravanas”, que siguen en aumento, aun en “pandemia”.[5]
Finalizamos con una historia de una familia campesina en Panamá: “cuando Alejandrina fue reubicada por la construcción del proyecto minero Cobre Panamá, jamás imaginó tener que pasar por lo mismo otra vez: un exilio forzado, un adiós a su territorio para enfrentar el deterioro ambiental y el cambio climático, el Canal de Panamá espera construir un reservorio de agua en la cuenca del Río Indio. Y para lograrlo, deberá inundar varias comunidades – unas 24 – incluida El Limón de Chagres, donde ahora vive Alejandrina” [6]
¡El agua no se vende, se cuida y se defiende!
René Arturo Flores, OFM
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[1] https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2016/10793.pdf
[2] https://www.iom.int/es/desplazamiento-interno
[3] https://www.acnur.org/noticias/press/2021/11/618bfc2c4/acnur-cifras-de-desplazamiento-aumentaron-en-la-primera-mitad-de-2021-por.html
[4] https://www.iom.int/es/news/migracion-yendo-del-campo-la-ciudad-por-eleccion
[5] https://rosanjose.iom.int/es/news/la-realidad-de-los-flujos-migratorios-en-el-norte-de-centroamerica
https://news.un.org/es/story/2021/12/1501972
[6] https://www.revistaconcolon.com/2022/02/22/el-doble-destierro-de-alejandrina/