Retomando el mensaje del papa Francisco sobre los migrantes y refugiados en el mundo, hacemos una reflexión cristiana y franciscana.

La memoria del compromiso eclesial con el migrante

La Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) desde 1914. Lo hizo con la intención de acompañar a los emigrantes en Italia y a los migrantes italianos. Esto fue motivado por Mons. Giovanni Battista Scalabrini al enviar una nota al papa en 1905, preocupado por la trata de esclavos africanos. Esta iniciativa se concreta con la institución de una Oficina para “la Cura Espiritual de los Migrantes.” Dicha oficina sería sostenida con una colecta anual que se realizaría en toda la Iglesia católica. Debido a la Segunda Guerra Mundial se retrasa el funcionamiento hasta 1920. Sin embargo, será hasta 1952 que la Oficina toma un perfil mundial. “Al final de la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia se conmovió profundamente frente a los dramas de millones de migrantes y desplazados, apátridas y refugiados, exilados y perseguidos en todos los continentes. El 1 de agosto de 1952 el papa Pío XII publicó la constitución apostólica Exsul familia nazarethana…recordaba las acciones pastorales de la Iglesia católica a favor de los peregrinos, forasteros, desterrados y emigrantes de todos los tiempos, y estructuraba la pastoral de la movilidad humana para la Iglesia universal y las Iglesias locales” (1).



Mira el video del mensaje del papa Francisco aquí:

 

En este recorrido histórico es interesante que la Conferencia Episcopal Italiana a partir del 1966 titula a la Jornada del Emigrante como «El emigrante-trabajador europeo: ¡apoyémoslo!», con un fuerte sentido de solidaridad cristiana. Cada año la JMMR se celebra el último domingo de septiembre, el tema elegido este año (25-9-2022) por el papa Francisco es Construir el futuro con los migrantes y los refugiados.

El Dios que está presente en la historia

En una parte de su mensaje el papa afirma que “la ciudad futura es una «ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hb 11,10). Su proyecto prevé una intensa obra de edificación, en la que todos debemos sentirnos comprometidos personalmente. Los dramas de la historia nos recuerdan cuán lejos estamos todavía de alcanzar nuestra meta, la Nueva Jerusalén, «morada de Dios entre los hombres» (Ap 21,3)”. La espiritualidad cristiana tiene como uno de sus pilares el misterio de la Encarnación el cual lleva a los cristianos a vivir históricamente su fe. Los dramas de la historia, como en este caso el de los migrantes y refugiados, es de suma importancia para nuestra fe, que acompaña al migrante sabiendo que es a Cristo que se acompaña (Mt 25). Estar en el drama de los migrantes es cuestión de fe, tiene que ver con nuestra espiritualidad y compromiso transformador cristiano.

El reino de Dios se hace historia en la justicia

En otro párrafo del mensaje, el papa asegura que “nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia» (2 P 3,13). La justicia es uno de los elementos constitutivos del Reino de Dios (cf. Mt 5,6)”. No se comprende una “nueva Jerusalén celestial” sin la construcción de una “nueva sociedad” aquí y ahora. La justicia es un aspecto constitutivo de un pueblo que vive con dignidad, en libertad y en calidad de vida. El ser artesanos de la justicia es un imperativo de la fe cristiana, es constitutivo del ser y misión de la Iglesia. La injusticia y la inequidad, la impunidad y la explotación, han caminado de la mano en nuestros países, donde la mayoría de la población profesa ser cristiano. Son las estructuras injustas que han empobrecido y deteriorado la calidad de vida de los hogares de las mayorías, provocando, junto con la violencia generalizada, la huida de tantas familias en estos tiempos. Cuando nuestros corazones buscan que llegue la justicia en la sociedad, es porque el reino de Dios está llegando.



El reino de Dios es inclusión y cuidado del migrante y refugiado

El papa Francisco señala en el mensaje que “nadie debe ser excluido. Su proyecto es esencialmente inclusivo y sitúa en el centro a los habitantes de las periferias existenciales. Entre ellos hay muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata. Es con ellos que Dios quiere edificar su Reino, porque sin ellos no sería el Reino que Dios quiere. La inclusión de las personas más vulnerables es una condición necesaria para obtener la plena ciudadanía”. La exclusión, el descarte y empobrecimiento de las mayorías, es la clara muestra de los efectos del sistema capitalista globalizado. Hay que caer en la cuenta que es un sistema pensado, estructurado, financiado y religioso (teología de la prosperidad) que hace posible que se globalice la inequidad y la injusticia provocada por los grupos de poder del gran capital (2).

Este sistema descansa en el patriarcado, el racismo y la violencia estructural que se normaliza y se hace cultura. La crisis climática, el extractivismo y la contaminación son consecuencias por volver mercancía los bienes naturales, haciendo que poblaciones y defensoras/es comunitarios tenga que ser forzados a migrar o desplazarse.



Foto: Eric Luna

La bondad en los franciscanos y franciscanas

En otro párrafo de su mensaje el papa argentino sostiene que “la justicia del Reino debe entenderse como la realización del orden divino, de su armonioso designio, según el cual, en Cristo muerto y resucitado, toda la creación vuelve a ser “buena” y la humanidad “muy buena” (cf. Gn 1,1-31)”. Bien dice el papa Francisco, que la justicia es expresión de la voluntad divina, de volver a ese origen de la bondad creacional que favorece esta única casa común. 

Un principio de la espiritualidad y teología franciscana es la bondad, el sentido de lo bueno en todo lo creado, el buscar y querer el bien hacia el otro, el ser fortalecidos en el encuentro amoroso con el Sumo Bien, solo Bueno, el Buen Dios. La perspectiva del bien, no es romántica ni espiritualista, esta se define en el ver al otro con su bondad humana, buscar el bien, el hacer el bien llevan a construir las condiciones estructurales y políticas que generen vida abundante. La bondad es gratuita, es una cualidad en el humano. Para Francisco de Asís el otro es bueno porque fue creado por el Dios solo Bueno, las criaturas y el humano son buenos, llevan la impronta del Dios creador. La bondad nos tiene que llevar a acoger, proteger, promover, defender y fraternizar con los migrantes y refugiados. 

Expresa el papa Francisco, “no podemos dejar a las próximas generaciones la responsabilidad de decisiones que es necesario tomar ahora, para que el proyecto de Dios sobre el mundo pueda realizarse y venga su Reino de justicia, de fraternidad y de paz.”

René Arturo Flores, OFM

RFM-Panamá

Referencias:

1.  100 AÑOS DE LA JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO. Fabio Baggio. Roma.2015.

 2. https://www.bankinter.com/blog/economia/reparto-riqueza-mundial