Cuidar y proteger la Casa Común es una responsabilidad inexcusable. El Papa Francisco nos llama a asumir con reciprocidad y de manera inequívoca este compromiso ecológico para ser capaces de dar un nuevo sentido a la existencia. La Encíclica Laudato Si’ nos lanza a una tarea que no tiene fronteras, es universal y esto significa que tenemos enormes desafíos que animan otros compromisos cotidianos no menos importantes como: la justicia y la misericordia, la paz y la reconciliación con lo creado.
Celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha especial proclamada por la Organización de Naciones Unidas en 1977, pero se celebra desde el año 1974. En esta celebración queremos expresar nuestras serias preocupaciones, particularmente sobre las sistemáticas violaciones a los derechos humanos y los derechos de la creación, en efecto, es la perversión de los políticos y sus secuaces. Ante ello, estamos invitados a cuidar solidariamente de las personas, particularmente, las más vulnerables (Sal 40, 1), cuidar y proteger la vida del planeta, a cuidar de la espiritualidad y de la teología de la creación que, exige la búsqueda de acciones urgentes y prioritarias, como un ineludible compromiso ético y espiritual para devolverle la vida y la salud a este planeta que lo estamos enfermando y destruyendo día a día.
Nuestra realidad está caracterizada principalmente por la destrucción del medioambiente, el cambio climático, las deplorables condiciones de vida de los pobres y los desastres humanitarios, como los estallidos sociales en muchos países de Latinoamérica, marcados por la persecución política o militar. Son realidades que resultan dolorosas porque son consecuencia del deterioro socio-ambiental que vivimos. El Papa Francisco así lo señala: “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos” (Laudato Si’ n. 48).
En la actualidad los protagonistas de las protestas son los jóvenes, la mayoría viven en los estratos más empobrecidos y están hartos de las faltas de oportunidades, de la exclusión, olvido y desigualdades crecientes y todo aquello que impide disfrutar plenamente de la vida en esta casa común. A esta realidad se suman los problemas que más nos aquejan: cuarentenas forzadas por la pandemia que ha dejado secuelas psicológicas, pobreza y creciente violencia que provocan migraciones masivas, cabe destacar que la mayoría son niños y niñas con el grave riesgo de que sufran algún tipo de agresión física, sexual, mental o emocional, en general, los niños y niñas son vulnerables y son las principales víctimas de agresiones y de las injusticias, una verdadera tragedia humana, particularmente, los niños que son separados de sus familias; también sobresale el acoso y represalias de las pandillas -crimen organizado-, la alta tasa de homicidios -feminicidios- y desaparecidos que día a día alimentan los índices de la criminalidad y lamentablemente la destrucción de los procesos democráticos.
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El clamor de los jóvenes y de la tierra se juntan, para muchos lo más letal no es el covid-19, sino el permanente deterioro socio-ambiental que vivimos y que impacta la calidad de vida. En efecto, estas otras pandemias están causando más muertes, polarizando la sociedad, dividiendo a las familias y creando un ambiente conflictivo que, finalmente, puede ser muy destructivo.
Con este panorama descubrimos que los países de Centro América carecen de oportunidades y falta de atención a los problemas socio-ambientales que deterioran el tejido social, un ejemplo de ello, es la corrupción de los políticos que sigue siendo signo del deterioro que afecta y que crea un descontento mucho mayor. Sin duda alguna, la pandemia ha acrecentado la corrupción y ha empobrecido aún más a nuestros pueblos, además, la pandemia ha sido excusa para permitir la explotación de nuestros recursos naturales, por otro lado, según algunos sondeos que se han realizados, la mayoría de la población rechaza y están enojados porque desconocen sobre el manejo que los gobiernos hacen en cuanto a la situación sanitaria, sobre todo la falta de vacunas, de información verídica sobre los contagios, transparencia de los gastos y también la utilización del ejército y paramilitares para reprimir al pueblo provocando mayor dolor y sufrimiento, en realidad, hay muchísimos abusos e impunidad por sus agresiones, vulnerando las libertades cívicas, de esto hay muchos testimonios.
De igual forma, analizamos la permanente depredación de los recursos naturales, en realidad hacen falta proyectos innovadores, con impactos significativos en la sociedad, que sean eco-sostenibles para mejorar las condiciones de vida; sin embargo, los proyectos no han sido eficaces por que los escándalos de corrupción ponen en duda principalmente la estabilidad política y social y ello significa que estamos ante serios problemas o una grave crisis con resultados desastrosos en todos los niveles. Algunos lo ven solo desde el punto de vista socioeconómico -el interés de los corruptos y de sus cómplices- o, dicho de otra manera, solo se incluye la perspectiva macroeconómica principalmente hacia los recursos naturales.
Los indicios de corrupción y la miseria son dos caras de la misma realidad que ahora son más visibles en nuestros pueblos. Ante esta situación, necesitamos cambios radicales, por ejemplo, una unión de las resistencias -resiliencias- que promuevan el diálogo, el cuidado mutuo, desechando intereses mezquinos, haciendo propuestas y alternativas urgentes ya que muchas cosas deben cambiar para generar calidad de vida. Sin duda, hay que seguir exigiendo a los gobiernos más equidad y oportunidades, sobre todo, el acceso a la información pública y el cese de la violencia e intimidación al periodismo comprometido con la verdad, la transparencia y en contra de la corrupción y la impunidad.
El gobierno es el principal responsable de proteger el medioambiente y exigir a las empresas programas de responsabilidad social, promover políticas orientadas a la ecología integral que ayuden a disminuir la contaminación del ambiente, campañas de reciclaje para reducir el impacto ambiental, para ello, es necesario que de verdad se incluyan en sus agendas la ley de medioambiente, el cambio climático y otros temas medioambientales como: la prevención de los desastres ecológicos, el derecho humano al agua, sanciones a las prácticas de las industrias que destruyen los ecosistemas y contaminan los mantos acuíferos, toda estas acciones ecológicas son en beneficio de la población y, por lo tanto, es una tarea que incumbe a todos y particularmente a la comunidad internacional (Encíclica Fratelli Tutti n. 175).
Fr. Anselmo Maliaño Téllez OFM
Red Franciscana para Migrantes – El Salvador