Hogar Franciscano es un equipo de laicos comprometidos y frailes franciscanos que apoyan a los migrantes de paso por Cholula, dando comida y repartiendo despensas a los albergues que conforman la Red de Albergues del Estado de Puebla.
Al declararse la emergencia sanitaria en México por la Secretaria de Salud, se implementaron diversos acuerdos y protocolos para frenar la propagación de la COVID-19. En ese contexto, el 16 de abril de 2020, el Juez Primero en Materia Administrativa en la Ciudad de México, sienta un importante precedente a nivel nacional al ordenar a las autoridades administrativas, entre ellas, el Instituto Nacional de Migración, tomar las medidas necesarias para la protección de la vida y la salud de los migrantes, solicitantes de asilo o de protección internacional que se encontraran en las Estaciones Migratorias.
Algunos de los efectos señalados por el dicho juez, se encuentran los siguientes:
- Implementar acciones necesarias para detectar a las personas con posibles síntomas de COVID-19, dentro de las estaciones migratorias;
- Garantizar el derecho humano a la salud de las personas internadas en las estaciones migratorias;
- Elaboración de un informe detallado en el que se exponga el número de personas que se encuentren en las estaciones migratorias;
- Poner de inmediato en libertad a las personas recluidas en las estaciones migratorias que son parte de algún grupo vulnerable.
- Otorgar derechos temporales de residencia que incluyan acceso a los beneficios de salud y sociales.
En este contexto, el 26 de abril de 2020 el Instituto Nacional de Migración (INM) emitió un comunicado (INM, 2020), en el que se informaba que en el mes de marzo se habían alojado en los albergues y estaciones migratorias 3,759 migrantes, deportándose 3,653 por vía terrestre a Guatemala y por vía área a Honduras y El Salvador, privilegiándose a los grupos más vulnerables, como son los niños, niñas y adolescentes, adultos mayores, mujeres embarazadas, personas con enfermedades crónicas y familias. Asimismo, reconoció la labor de los albergues al alojar a los migrantes dentro del territorio nacional.
Cabe destacar que no existen datos precisos sobre los protocolos de salud y traslado seguro con los que se hayan llevado las deportaciones, así como las cifras de cuántas pruebas de COVID-19 se realizaron dentro de las estaciones o albergues de migración, de igual manera, no se establece cuántas visas temporales o permisos de visitantes se han otorgado a los migrantes indocumentados, pese a la solicitud realizada en el mes de mayo por una de nuestras colaboradoras de la JPIC de México, Puebla, al INAI (Instituto Nacional de Transparencia)
Con dichas acciones, se evidencia el caso omiso que las autoridades administrativas mexicanas han hecho a lo establecido tanto por la Constitución Política de México, los Tratados Internacionales y, en la práctica, a lo ordenado por el Juez Constitucional que otorgó el amparo referido con antelación, omisiones que han hecho evidentes la Pastoral de Movilidad Humana y diversas ONG´s.
Con la liberación de los migrantes que se encontraban recluidos en las diferentes Estaciones Migratorias y los deportados de Estados Unidos a México, se han reportado aproximadamente 800 migrantes en condición de calle en el Estado de Puebla, calculándose a nivel nacional un aproximado de 60 mil transmigrantes (Velásco, 2020), los cuales, se encuentran varados por las políticas de cierre de fronteras, tomadas para prevenir la propagación del virus.
Con dichas cifras, se evidencia la ignorancia por parte de las autoridades respecto de la situación de los albergues del territorio nacional, los cuales, se encuentran cerrados y carecen de recursos suficientes para brindar un servicio, toda vez que los recursos obtenidos son a través de los feligreses, los cuales, no están acudiendo a los templos, debido a las restricciones sanitarias establecidas por el gobierno del estado.
En sintonía con el mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco: “este no es tiempo del olvido. Que la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado a tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas”, el equipo de Hogar Franciscano se dio a la tarea de salir a los cruceros, al encuentro de nuestros hermanos migrantes, para brindarles un almuerzo y hacerles saber que estaban presentes, no como números, sino como nuestros hermanos.
Desafortunadamente, la oportunidad de ese encuentro se vio mermado por los prejuicios de las autoridades, quienes como Herodes al perseguir al niño Jesús, los migrantes, se vieron nuevamente perseguidos y huyeron de las calles donde podían “charolear” trabajando como limpia parabrisas y ganarse unas monedas para seguir su camino.
La falta de información por parte del gobierno mexicano y la inexistente política migratoria que proteja los derechos de los migrantes, ha provocado la invisibilización de estos ante la sociedad y las autoridades locales, estatales y federales, prueba de ello, es el amparo que se promovió y logró que se reconocieran diversos derechos, pese a ese gran triunfo, las autoridades “en cumplimiento a lo ordenado”, los han dejado a su suerte, sin tomar en cuenta los efectos y consecuencias transversales que implica la migración.
Ante este contexto, podemos señalar que la pandemia ha evidenciado la gran vulnerabilidad de los migrantes y la falta de interés por parte de los gobiernos para brindarles apoyo en momentos de crisis como la que estamos viviendo, considerándolos como apátridas carentes de derechos.
Con esta crisis, confirmamos la urgencia por parte del Estado mexicano a tener una política migratoria transversal, con proyectos híbridos en los que puedan participar los diferentes países involucrados. De igual manera, la urgente necesidad de poner el tema de la migración en las mesas de pláticas con Estados Unidos, y no solo dar concesiones a las exigencias de dicho gobierno.
Como hombres y mujeres de fe y animados por el carisma de San Francisco, reconocemos que los migrantes son los nuevos “leprosos” de una sociedad excluyente y deshumanizada y nos adherimos a la forma compasiva y misericordia que San Francisco tuvo con los leprosos de su tiempo. Esa acción llena de misericordia hizo que el leproso recuperara su rostro, su dignidad y su humanidad.
Por eso, hacemos un llamado a la sociedad y a toda persona de buena voluntad, a responder al llamado que nos hace el Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2020, a reconocer en nuestros hermanos migrantes “el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado, que nos interpela (cf. Mt 25,31-46). Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido”. Debemos aprender a ver al mismo Cristo en la persona de los hermanos necesitados. No dejemos pasar las siguientes oportunidades que tengamos de ayudar.