“Los hermanos sacaron a José de la cisterna y lo vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto”

Gen 37,28

La humanidad como colectivo planetario, ha tenido un proceso lento de comprensión de la dignidad de sí mismos y de la casa común donde habitamos. Parecía que después de dos guerras mundiales en el siglo pasado, los humanos habíamos dicho “nunca más las atrocidades de la guerra”; sin embargo, creció el dominio hegemónico de la economía de mercado (neoliberalismo), las guerras han continuado, y la destrucción de la biodiversidad y sus territorios es sin precedentes. Lo último que nos ha afectado a nivel mundial, ha sido la pandemia del Covid-19.

En materia de DDHH, es decir, en cuanto a salvaguardar la integridad y dignidad de cada ser humano, llama la atención que los países de la ONU, se pusieron de acuerdo en definir la “trata de personas” hasta el año 2000, con el “Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños”. El concepto consensuado es:

Por “trata de personas” se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos” (Art 3. ONU).

En cuanto al situación de la “trata de personas” a nivel mundial, resalto algunos aspectos dramáticos presentados en informes oficiales:

  • La trata de personas en el mundo sigue afectando principalmente a mujeres y niñas con el 65 % de las víctimas identificadas…
  • La explotación sexual se mantiene como la principal finalidad de explotación en el mundo (50 % de los casos identificados), pero se registra un incremento en casos identificados con la finalidad de trabajo forzado…
  • Los sectores en donde mayor ocurrencia de casos de trabajo forzado identificados son el trabajo doméstico, el sector de la construcción, los sectores de economías rurales como la agricultura, economías extractivas como la minería, el sector textil y los trabajos informales.
  • Los principales factores de riesgo que son aprovechados por los tratantes en el mundo, de acuerdo con los casos analizados son las necesidades económicas, la condición migratoria irregular, antecedentes de conflictos familiares…
  • Más del 90 % de los casos identificados en Suramérica son de origen de la misma región.”[1]

En un informe (2021), la situación de la “trata” es grave, ya que “Las niñas son explotadas principalmente con fines sexuales, mientras que los niños lo son para trabajos forzados. América Latina es una de las regiones con mayor cantidad de niñas y mujeres víctimas de la trata, que a veces también incluye mendicidad, matrimonios forzados, actividades delictivas y hasta extracción de órganos.”[2]

La Iglesia católica se está comprometiendo en el drama de la “trata de personas”, tanto a nivel organizativo como en la transmisión de contenidos. Por eso, nuevamente invita a involucrarse en “la octava Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, que se celebra el 8 de febrero de 2022, tiene como tema «La fuerza del cuidado: mujeres, economía y la trata de personas».[3]

 

Algunos miembros de la Red Franciscana para Migrantes hemos participado rezando y reflexionando juntos en esta Jornada promovida por la Red Talitha Kum. Desde México, Honduras, Guatemala, Panamá, Colombia e Italia nos reunimos para celebrar esta jornada animados por el testimonio de San Josefina Bakitha.

En este horizonte, deseo resaltar algunos aspectos de la “trata de personas” que ya señalan los informes oficiales. El primero es que la “trata” surge del mismo sistema de globalización construido por los grupos de poder neoliberales que convierten “todo” en mercancía, en objeto del capital; haciendo que la vida misma esté subordinada por el sistema de mercado, que produce enriquecimiento en pocos humanos.[4]

El segundo aspecto, la cultura machista y el sistema patriarcal que permea las instituciones y sociedades, generando violencia contra la mujer y las niñas. La explotación sexual de la mujer es producida por la demanda de los varones que, en su doble moral y machismo afectan la integridad de la mujer.

Lo tercero aspecto que deseo resaltar, los responsables de la “trata” son grupos del crimen organizado, estos son grupos dirigidos y manejados por hombres, es decir, que es el “macho” el que actúa explotando y violentando a la mujer. Hay que tener en cuenta el aumento de los femicidio y violencia hacia la mujer en los últimos años.[5]

Un cuarto aspecto que se debe destacar es que los miles de migrantes irregulares, se encuentran acorralados por las políticas y acciones administrativas de los países que mueven a cada migrante irregular a ser una presa fácil de la trata de personas ejecutada por los grupos criminales.

Para los que somos discípulos y discípulas de Jesús, tenemos el llamado a ser bienaventurados que, “tienen hambre y sed de justicia, que trabajan por la paz y los que están presente en las causas de los pobres…aun siendo perseguidos” (Mt. 5,1-12).

René Arturo Flores, OFM

 

 

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[1] https://www.unodc.org/colombia/es/reporte-global-sobre-trata-de-personas-2020.html

[2] https://news.un.org/es/story/2021/02/1487422

[3] https://preghieracontrotratta.org/?lang=es

[4] https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/la-riqueza-de-los-diez-hombres-mas-ricos-se-ha-duplicado-mientras-que-se-estima-que

[5] https://www.cepal.org/es/comunicados/cepal-al-menos-4091-mujeres-fueron-victimas-feminicidio-2020-america-latina-caribe-pese