“Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre.” El Espíritu Santo es presencia en toda la creación, en los humanos y las criaturas, en especial en los pobres de la historia.
El Espíritu Santo es presencia Encarnada en la realidad, en la vida cotidiana; por eso, tenemos que aprender a reconocer las “semillas del Verbo”, el Dios Trinitario en la historia. El Espíritu Santo es luz en las tinieblas, es quién ilumina el caminar. El Espíritu Santo, actúa de manera discreta sin suprimir la libertad de cada persona, su luz se une con la luz propia de cada cristiano. El Espíritu no es presencia mágica, sino transformadora de lo personal y comunitario, en la medida que nos abrimos a su presencia.
Cada vez que me encuentro con familias migrantes, hombres y mujeres, jóvenes, evidencio que cada uno lleva una luz propia, cada uno lleva esa luz como una velita encendida que ilumina a otros, una luz que es guía; esa luz hace que entre los migrantes impulse a la unidad y haya solidaridad. Es el Espíritu Santo que actúa en cada humano que lo ha invocado con fe y desde su libertad. El Espíritu solo tiene la intención de aumentar la luz que hay en cada persona que confía en su presencia.
Cuando los migrantes comparten sus historias, muchos dicen con fe auténtica, que Dios ha estado a su lado en todo su recorrido, que solo comprenden que es posible seguir caminando por la presencia del Espíritu en sus vidas. Cuando cada migrante confía en la misericordia de Dios, confía que el Espíritu está presente guiándolos con su sabiduría y fortaleza que actúa en la debilidad humana de cada migrante. Confiar es creer, confiar es amar, confiar lleva a actuar sabiendo que el Espíritu está presente.
El Espíritu Santo es consolador, “Gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos”; es presencia en los momentos de desgarre y dolor que viven los migrantes. ¿Cómo es posible que puedan seguir con tanta situaciones dolorosas y humillantes que han vivido? Esa pregunta surge en cada uno de los que no estamos en su “piel”. Es el Espíritu que actúa con discreción, quién consuela y sostiene en el dolor. Son muchos los migrantes, que llevan una herida interna y un dolor grande por la pérdida de un ser querido, en estas situaciones tan dramáticas, solo el Espíritu puede mantener en medio de las lágrimas un suspiro de esperanza.
El Espíritu Santo, es dador de vida, es luz y presencia en la historia. Este Espíritu los migrantes lo experimentan en la esperanza que mantienen en todo el camino, esa esperanza que los lleva a ir más allá de las situaciones que han afectado su dignidad y la calidad de vida. Es el Espíritu que enciende los corazones de cada migrante que ha sido forzado a dejar su tierra y hogar, buscando nuevos horizontes y territorios. El Espíritu es quién mantiene esa esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva.
¡Ven Espíritu Santo! se luz y aumenta la sabiduría en cada migrante;
¡Ven Espíritu Santo! se fortaleza en la debilidad de los migrantes;
¡Ven Espíritu Santo! aumenta la audacia y osadía en los migrantes;
¡Ven Espíritu Santo! unge con tu presencia sanadora las heridas de los migrantes;
¡Ven Espíritu Santo! consuela el dolor y la tristeza en cada migrante;
¡Ven Espíritu Santo! Enciende la esperanza y el amor en los migrantes;
¡Ven Espíritu Santo! Concédenos entrañas de misericordia para acoger y cuidar al migrante.
¡Ven Espíritu Santo! Y libéranos de la xenofobia y homofobia que condena al migrantes.
¡Ven Espíritu Santo! Concédeme palabras y gestos proféticos, para cuidar y defender al migrante con quién me encuentro en el camino. Amén
René Arturo Flores, OFM
RFM – PANAMÁ
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Ven Espiritu Santo y Cambia los Corazones de Piedra por uno de Carne Viva para que extiendan su mano a Nuestros hermanos en Movilidad. Y encuentren cobijo y pan.
Excelente Reflexión.